Este es mi caso

78 años y la vida, sigue como hace cuarenta.

Todos los días se levanta temprano para  preparar el desayuno, también el almuerzo y de paso la comida para la noche cuando lleguen sus hijos.

Son más o menos ocho personas atendidas durante el día.

Se trata de una paciente que tiene  dificultades al caminar y dolores articulares que acompañan sus decenas de años.

Esta es una historia más, de muchas, que vemos a diario, con la mirada esquiva, cómplice y egoísta de hijos que no se dan cuenta que la vida nos obliga a una actitud con mucha más gratitud.

El mejor consejo para la actora del presente caso, es que su más de media docena de hijos, emprendan una cruzada para brindar a su madre, una buena calidad de vida y no una de empleada doméstica, sin sueldo ni reconocimiento.

 

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